En una nueva muestra del interés estratégico de Estados Unidos por condicionar la política exterior y comercial de nuestro país, el designado embajador de Donald Trump en Argentina, Peter Lamelas, anunció ante el Senado estadounidense su intención de visitar las provincias para impedir que los gobernadores establezcan acuerdos con China. El mensaje fue claro: Washington busca cercar la soberanía argentina desde adentro.
Durante su presentación ante el Comité de Relaciones Exteriores, Lamelas describió a países como China, Irán, Cuba, Venezuela y Nicaragua como «potencias malignas» y aseguró que su misión diplomática será «contrarrestar» la influencia del Partido Comunista Chino en América Latina. Para eso, dijo que no sólo dialogará con el presidente Javier Milei, sino que intentará influir directamente en las autoridades provinciales.
«Cada provincia tiene su propia administración y puede hacer acuerdos con China. Yo quiero hablar con los gobernadores», explicó, dejando en evidencia el intento de intervenir directamente en las decisiones de los gobiernos locales, lo que representa una forma de presión externa sin precedentes en tiempos democráticos.
En ese sentido, Lamelas remarcó que su objetivo es favorecer las inversiones y el comercio de empresas estadounidenses, y que buscará «expulsar poco a poco a China» del país, eliminando obstáculos como el IVA, controles cambiarios o demoras portuarias. Su lógica no es el desarrollo argentino, sino garantizar condiciones más cómodas para el superávit comercial de EE.UU., que hoy alcanza los 2.100 millones de dólares.
Desde Tierra del Fuego, estas declaraciones no pasan inadvertidas. Las provincias del sur argentino han sido históricamente parte del entramado estratégico nacional, muchas veces postergadas o utilizadas como territorio de disputa entre potencias. Ahora, el propio Lamelas no descarta incluso visitar las Islas Malvinas y «cooperar con la administración británica», en lo que sugiere una validación tácita de la ocupación colonial. Recordemos que Estados Unidos, una vez más, mantiene su «neutralidad» sobre la soberanía de las islas, reconociendo únicamente la administración británica.
En su discurso, Lamelas también pidió abiertamente que se «haga justicia» contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y reiteró las exigencias de «esclarecer el atentado a la AMIA», en una línea discursiva que mezcla política interna con intereses geopolíticos foráneos.
Designado por Donald Trump, Lamelas es un empresario cubano-estadounidense, alineado con sectores anticomunistas duros de la política norteamericana como el senador Marco Rubio. El futuro embajador conoció a Milei en la cumbre de Palm Beach y desde entonces mantienen una relación estrecha. En redes sociales, Lamelas llegó a afirmar que «Estados Unidos puede aprender de Milei», a quien elogió por su «estilo sin complejos».
En definitiva, lo que se presenta como «una relación bilateral sólida» parece más bien una estrategia de intervención gradual que apunta a condicionar la política comercial, los vínculos internacionales, el modelo económico y hasta la soberanía de las provincias. Desde el sur argentino, y particularmente desde Tierra del Fuego —provincia que lleva en su nombre el reclamo sobre la Antártida y las Islas del Atlántico Sur—, la defensa del interés nacional y el respeto a nuestras decisiones soberanas no pueden ser moneda de cambio en ninguna embajada.